La voz del artista plástico en un cuento del Bogotazo

Danilo Ramírez
Danilo Ramírez
Escrtor colombo chileno, autor de Fantasmas & Fantasmagorías del San Juan de Dios’.
Sentir sobre el trabajo del maestro Donny Cuervo en Fantasmas y fantasmagorías del San Juan de Dios
Es innegable que toda nuestra historia es el resultado de múltiples hibridaciones: las lenguas que se hablan en el mundo, los ritmos que se bailan o que se cantan, el cine, la fotografía, la moda que camina en las pasarelas o que revienta desesperada en los corazones de las protestas juveniles en las calles, mostrando con sus atuendos una manifestación estética potente y absoluta. Incluso, las estructuras políticas, sociales y económicas son hibridaciones de otras propuestas anteriores, no existe nada que no sea resultado de una hibridación… de un mestizaje.

Las determinaciones emocionales que circundan toda creación artística traspasan las fronteras de lo personal, de lo individual, y se vinculan al corazón sublime del sentir humano; a ese sentir colectivo al que hacía referencia Jung. No existe una creación artística, que merezca el calificativo de ARTE, que esté desligada de lo más profundo de la humanidad. Puede que se valga de alguno de los lenguajes del arte, que use las herramientas de la música, de la pintura, del cine o de la poesía, pero eso no significa que merezcan ser llamadas arte.

A riesgo de ser pretencioso (y estoy seguro de que lo soy) el objetivo que buscamos algunos de los que nos dedicamos a jugar con el lenguaje del arte es representar simbólicamente (hurtando de manera descarada el planteamiento de Kandinsky) la espiritualidad humana y así generar patrones sensibles en lo más recóndito de la historia de nuestra especie.

La posmodernidad trajo consigo una nueva forma de entender el arte, y no me refiero a que todo vale, como algunos quieren hacer creer (desconociendo el verdadero significado del “arte por el arte”). El arte sigue manteniendo su más viva esencia, pero con nuevos espectadores y nuevas herramientas. La más interesante de todas, a mi forma de ver, proviene del génesis mismo de la historia humana y ha tomado cada vez más fuerza en todas las esferas y niveles del arte. Me refiero a las hibridaciones artísticas.

Es innegable que toda nuestra historia es el resultado de múltiples hibridaciones: las lenguas que se hablan en el mundo, los ritmos que se bailan o que se cantan, el cine, la fotografía, la moda que camina en las pasarelas o que revienta desesperada en los corazones de las protestas juveniles en las calles, mostrando con sus atuendos una manifestación estética potente y absoluta. Incluso, las estructuras políticas, sociales y económicas son hibridaciones de otras propuestas anteriores, no existe nada que no sea resultado de una hibridación… de un mestizaje.

Bajo esa mirada de la hibridación y del diálogo entre los diferentes lenguajes del arte se tomó la decisión de que la colección de cuentos: Fantasmas y fantasmagorías del San Juan de Dios debía presentar un diálogo estrecho entre la creación literaria y la ilustración de un artista sensible, más allá de las posibilidades que desde las infinitas variables matemáticas pudiera otorgar una Inteligencia Artificial. Siempre fue claro que el trabajo de un artista con corazón humano era el único capaz de representar de manera sublime los cuentos que surgieron como homenaje sensible al hospital más antiguo e importante del país.

El Maestro Donny Cuervo entendió claramente la obra y le entregó un significado que sobrepasó toda expectativa. Cuando el maestro Cuervo dibujó al Angelito, protagonista de un cuento donde un habitante de calle se vincula como médico al Hospital en medio de la emergencia de 9 de abril del 48, logra comunicar de manera magistral el sentir del escritor y de la obra misma. El maestro Cuervo manifiesta que una de las cosas que más recuerda de su infancia, al ver a un habitante de calle, fueron sus pies desnudos. Para él la falta de zapatos se convirtió en sinónimo de abandono, de exposición a las inclemencias de una sociedad que lo asume como un ser infrahumano, a la vez que refleja la fragilidad absoluta de nuestra naturaleza. Como hijo de maestros del oficio del cuero, para el maestro Cuervo los zapatos son sinónimo de protección, de cuidado y de amor familiar, y esto se ve claramente en la imagen que creó para ese cuento.

Los conceptos que encuentra el artista sensible en el trabajo de otro, en este caso del escritor Danilo Ramírez (autor de los cuentos), entrelaza ese diálogo potente de las artes y configura aquello que Borges llamaba palimpsestos. Esa influencia de otros textos, todo aquello que se puede leer es un texto, me refiero a la música, la pintura, la fotografía, la poesía; todo ello es parte de las configuraciones profundas que prevalecen en la intención de una obra de arte.

No sé si el libro Fantasmas y fantasmagorías del San Juan de Dios merezcan ser llamada una obra de arte, lo dudo profundamente, pero el Maestro Donny Cuervo evidentemente sí merece el calificativo de artista.

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