Manifiesto con la vida, por la vida y para la vida A propósito del impacto de la Covid-19 desde el enfoque de género

Por: Colectivo de Mujeres Malú(1)

Nos empezamos a decir feministas porque sabíamos que significaba otra lucha más
(Adriana Guzmán)

Desde el pasado 11 de marzo de 2020, cuando la OMS declaró la COVID-19 como pandemia, el mundo ha experimentado cambios sustanciales en los ritmos de vida, la organización de tiempos y el desarrollo de todo tipo de actividades. En lo que respecta a las desigualdades sociales, no se trata solamente de que éstas se agudicen, o que hasta ahora se configuren en problemas; se trata de que han quedado en total evidencia, como resultado de la profundización de las políticas neoliberales durante más de treinta años.

En Colombia, las medidas tomadas por el Gobierno Nacional para atender la doble crisis, sanitaria y económica, han sido tardías y erráticas ya que por un lado, todas han buscado favorecer el capital financiero y al sector empresarial; por el otro, se han desatendido asuntos fundamentales para la preservación de la vida y la salud, como la dotación de los hospitales y las condiciones de bioseguridad para el personal de salud, vigilancia y servicios generales de esa primera línea de atención, así como los recursos financieros y ayudas que garanticen la supervivencia de gran parte de la población que debió suspender su actividad económica como consecuencia de la cuarentena obligatoria. Así, la crisis generada por la pandemia, sumada al estancamiento de la economía en todas partes, ha afectado fundamentalmente a los sectores más pobres de la población. En el sustrato de las desigualdades, que tienen como base la cultura machista y el sistema patriarcal, subyacen las violencias ejercidas contra las mujeres (niñas, jóvenes, adultas, o en la etapa de vejez) desde múltiples dimensiones.

La demostrada desatención gubernamental se articula con la difícil situación de trabajadores y trabajadoras, víctimas de vulneración de sus derechos y garantías laborales, incluyendo salarios, primas, cesantías, pensiones y prestaciones, en general. Los despidos se vienen haciendo sin ninguna contemplación, ante la complacencia o indiferencia de las autoridades. En este contexto, las mujeres se han visto especialmente afectadas, precisamente por la desventaja en la que se encuentran en el conjunto de la fuerza laboral, debido al peso histórico y cultural del patriarcado.

En términos del riesgo de contagio, las mujeres están más expuestas por cuenta de los roles sociales impuestos históricamente, lo que desencadena en afecciones físicas y emocionales. Según datos de las Naciones Unidas, a escala mundial, las mujeres representan el 70% de las personas que trabajan en atención al público en clínicas y hospitales. Otro aspecto relevante es el hecho de que en los hogares que son encabezados por mujeres, ellas, resultan ser la más vulnerables a todo tipo de vulneración de sus derechos, y en medio del confinamiento al que obliga la COVID 19, les afecta en mayor medida al quedarse sin empleo remunerado. Esto se agudiza en el caso de las mujeres dedicadas a la economía informal o que son migrantes. También es importante destacar el aumento que la violencia ha tenido al interior de los hogares como consecuencia de la cuarentena. Sobre esto, la Fiscalía ha mencionado que las llamadas para reportar este tipo de casos en lo que va del confinamiento se han incrementado en 79% con relación al mismo período del 2019.

Ser mujeres nos pone en la acción revolucionaria de la sororidad; esa que es asumida como activa solidaridad; esa que rechaza desde los mismos cánones del lenguaje, construido desde la cultura machista y patriarcal, lugares secundarios, marginados o invisibilizados a las luchas históricas y reivindicativas de las mujeres. Si de algo ha de servir positivamente esta crisis, es para hacer que los feminismos en Colombia muestren con toda claridad los estragos del sistema neoliberal de la desigualdad, que perpetúa la cadena de abusos, maltratos y explotaciones a las mujeres.

El Colectivo de Mujeres Malú se une a otras expresiones de los movimientos feministas para rechazar y denunciar el recorte a las garantías laborales; las tímidas acciones del gobierno frente al impacto social de la pandemia; y para exigir que se incluya de manera urgente y efectiva el enfoque de género en los planes, programas y proyectos de atención de esta contingencia que refieren al corto, mediano y largo plazo. Nos unimos en la tarea de fortalecer redes solidarias de ayudas ante todo tipo de vulneraciones de derechos de las mujeres, independientemente de su edad, etnia, creencias, opción sexual. Este Manifiesto se sustenta en tres principios fundamentales desde el feminismo que practicamos y defendemos: La igualdad (en garantías laborales, económicas, políticas y sociales, así como el acceso digno a la atención sanitaria); la defensa de los derechos humanos (en tanto expresan el anhelo de una vida sustentada en la memoria para construir paz); y la apuesta por el bien común, en contra de los privilegios de la elites (en tanto defendemos la vida, esa que es deseada, proyectada y arraigada, en todas sus formas). Teniendo en cuenta lo anterior, planteamos los siguientes puntos:

1. Colombia cuenta con un marco normativo e institucional nada despreciable en materia de derechos de las mujeres; pero se hace preciso recordar que no basta con la mera aprobación de la ley. Se requieren abordajes interdisciplinarios e integrales, sustentados en el enfoque de género, entre las instituciones del Estado, voluntades políticas de los gobiernos de turno y acciones incidentes para materializar los principios y derechos que se consagran. Es necesario asegurar la participación democrática, plena y efectiva de las mujeres, así como eliminar todas las prácticas de violencia que impidan y limiten nuestros derechos. Cabe recordar que la garantía del cumplimiento de nuestros derechos inicia con la movilización social.

2. Urge el reconocimiento político, social y económico de toda labor de cuidado que, por estos días de confinamiento, recarga y agota particularmente a las mujeres; una situación que se agudiza en los casos en los cuales debe desarrollarse las modalidades de teletrabajo o trabajo desde casa. Se asume por parte de los empleadores, que estando en el hogar, los trabajadores, pero sobre todo, las trabajadoras, disponemos de todo el tiempo y los recursos para cumplir funciones laborales, sin tener en cuenta los demás roles no reconocidos como labor, y que se cumplen como madres, en muchos casos, cabezas de hogar, lo que incluye las tareas domésticas y velar por el bienestar de las personas a su cargo, en particular, sus hijos e hijas. Esta realidad enfrenta a las mujeres a dobles y triples jornadas de trabajo sin que exista remuneración y las expone a innumerables problemas de salud.

3. En el caso de las mujeres que laboran en sectores económicos que retornan gradualmente a sus actividades laborales presenciales, como en el caso de las entidades financieras, trabajadoras de manufacturas, textileras, servicios generales, empleo doméstico, entre muchos otros, es necesario que cuenten con plenas garantías en bioseguridad que les permita cuidar de su propia salud y su vida misma que, en últimas, puede significar la salud y bienestar de sus entornos familiares. Las políticas neoliberales y el afán de retomar las actividades económicas regulares no pueden arriesgar la vida de las mujeres y la de sus familias. Asímismo, debe tenerse en cuenta los casos de aquellas mujeres que no pueden dejar a sus hijos e hijas menores de edad solos y solas en sus casas, porque la escolaridad es una de las actividades que más demorará en regresar a la normalidad.

4. Históricamente, las crisis son períodos de profundas transformaciones y esta no es la excepción. Debemos profundizar la crítica a la estructura patriarcal del sistema neoliberal, que pretende eliminar la vida en todas sus formas, poniendo por encima de todo la ganancia sin límites. Por ello, esta crisis es una oportunidad para la presencia, liderazgo y firmeza de las mujeres, cuya vida está marcada de diferentes formas por la exclusión, la desigualdad y la opresión. Es otro momento de reivindicación feminista, es el momento de la resistencia y el avance en nuestras luchas, que se inscriben en las del conjunto del pueblo colombiano.

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1) El Colectivo de Mujeres Malú surgió en el 2010 como una organización de carácter democrático, feminista y amplio, comprometida con la defensa de los derechos y reivindicaciones históricas de la mujer frente a la sociedad machista y patriarcal. Esta tarea la adelantamos en el marco de las luchas del pueblo colombiano, en especial de los trabajadores y trabajadoras por enfrentar el neoliberalismo y construir una sociedad más justa, libre del peso machista y patriarcal, en donde el respeto y la defensa de la vida en todas sus formas, sea un valor fundamental.

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